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Chile

Alerta que Chile se ha vuelto más caro y menos atractivo para los inversionistas que otros países mineros y que temas como el Código de Aguas o las recientes reformas han inyectado incertidumbre al sector, que navegará con un precio del cobre bajo los US$ 2,5 la libra hasta parte de 2018.

Lunes 12 de Diciembre de 2016.- La crisis de la minería se hizo más patente esta semana. Este sector incidió fuertemente en la caída de 0,4% del Imacec en octubre, el primer retroceso de la actividad en siete años. “La economía chilena depende mucho de la industria minera, por lo tanto, las noticias del Imacec vistas desde cualquier punto de vista no son buenas”, alerta Joaquín Villarino, presidente ejecutivo del Consejo Minero, el club de las mayores empresas de esta industria.

En esta entrevista, el representante del gremio que produce el 96% del cobre de Chile, aporta uno de cada siete pesos recaudados por el Estado y que paga el doble del sueldo promedio del país, habla de los temas más complejos que lo afectan, como el futuro del precio, la menor productividad, la inquietud por las inversiones y las negociaciones colectivas.

-El cobre lleva dos años cotizándose bajo los US$ 3 la libra. ¿Se mantendrá el repunte visto en los últimos días, poselección de Donald Trump?

“Existe un cierto acuerdo en que el precio de la libra de cobre no debiera superar los US$ 3 antes del segundo semestre del 2018, basados en las proyecciones de oferta y demanda. Hasta estas últimas semanas también existía algún consenso en torno a la idea de que se mantendría bajo los US$ 2,5, pero sin caer bajo la barrera psicológica de los US$ 2. Ahí es cuando todos se ponen muy nerviosos”.
“Pero ha ocurrido un par de fenómenos en el último mes y medio que han cambiado el escenario de más corto plazo. Ellos son las elecciones presidenciales en los Estados Unidos y algunas cifras macroeconómicas de China”.

“Después de las elecciones norteamericanas, el precio del cobre saltó como pocas veces en su historia. Algunos lo interpretaron como una reacción frente al programa de inversiones en infraestructura del presidente electo, otros como la consecuencia de toma de posiciones en cobre atendida la incertidumbre y temores que se generaron en torno a la elección de Donald Trump. Me inclino a pensar que tiene más de esto último que de lo primero. Un par de semanas después vinieron las cifras de China. Desde entonces, el precio se ha mantenido sobre los US$ 2,5”.

-¿Es como para cambiar las expectativas?

“No he visto a nadie cambiar radicalmente su pronóstico. Los analistas son muy cautos y la percepción generalizada es que este es un fenómeno transitorio. Debiéramos tener la libra de cobre bajo los US$ 2,5 y no sobre ese precio, al menos durante 2017 y parte importante del 2018. No obstante lo anterior, se han prendido las alarmas, en el buen sentido. Hay mejor ambiente y eso es una buena noticia. Para que nadie salga a gastar más de la cuenta, hasta ahora ninguna empresa minera ha cambiado ni su ritmo de inversiones ni su decisión de llevar o no adelante nuevos proyectos ni sus políticas de ajuste por este ‘veranito de San Juan'”.

“Se ha vuelto más complicado hacer minería”

-Con la cotización promedio de este año, ¿cuántas mineras están con pérdidas?

“En términos agregados, el sector minero perdió plata en 2015. En 2016 debiéramos tener una situación similar, porque el ‘veranito de San Juan’ ocurre a finales de año, cuando los dados ya están lanzados, habiéndose experimentado durante este período un menor precio promedio y una baja en la producción. Habrá menos impuestos, menos ingresos por concepto de royalty minero y menos aportes de excedentes por parte de Codelco”.

“Con la libra de cobre a US$ 2,2 y un costo promedio (medido como C3) de US$ 2,16, es claro que hay empresas perdiendo plata y parte del resto navega con el agua al cuello”.

-¿Cómo estamos en costos de producción respecto de nuestra competencia?

“La minería chilena había revertido la situación de costos en los últimos años. En 2008, Chile dejó de ser más competitivo que el resto del mundo en promedio, luego nos equiparamos en 2013, pero en 2015 volvimos a estar un poco más altos que el resto del mundo”.

-¿Por qué volvimos a ser más caros?

“Hay varias razones. Uno: pese a la reducción que hemos tenido en puestos de trabajo, la industria minera tiene altísimos costos laborales con bajos niveles de productividad. Dos: en Chile se ha vuelto más complicado hacer minería. La burocracia con la que se enfrenta el desarrollo de los proyectos tiene una consecuencia económica, que los proyectos se demoran más en obtener los permisos, necesitas más estudios para hacerlos y todo eso supone un costo financiero más alto. Un ejecutivo minero canadiense me dijo que el estudio que habían hecho para su proyecto minero en Chile era el más caro de todos sus proyectos mineros en el mundo, sin que se reflejara ni en calidad ni en eficiencia. Prácticamente, todos los últimos grandes proyectos excedieron con creces sus presupuestos originales”.

“Tres: los yacimientos mineros chilenos, en promedio, son más viejos, con peores leyes. Cuatro, no obstante las bajas de costos de energía, seguimos teniendo precios altos si estos se comparan con nuestros competidores. Los precios que vimos en la última licitación eléctrica, primero, son para los clientes regulados y, segundo, no entrarán en vigencia sino hasta el 2021. Nosotros esperamos que se traspasen lo más pronto a los clientes libres”.

-¿Hacer minería en Chile es más caro que el resto del mundo?

“En promedio sí y en especial respecto de competidores más directos y cercanos, como Perú”.
“El estudio de la Comisión de Productividad, en su versión preliminar, nos compara con Canadá, Australia, Estados Unidos y Perú, y, en líneas generales, nos indica que somos menos productivos que el resto del mundo minero en 38%”.

-¿Y qué se está haciendo al respecto?

“La discusión en torno a la productividad es una gran oportunidad para mejorar el crecimiento del país. Si nos parapetamos en la productividad como un argumento para despedir gente, no vamos a poder sumar a los trabajadores en esa conversación. En cambio, si somos capaces de explicar que el desarrollo y crecimiento de la industria minera y del país pasan por mejorar la productividad; si los trabajadores entienden que mejoras de la productividad se traducen en mejoras de crecimiento y proyección, que hacen sostenible mejoras de remuneración e incluso la creación de nuevos puestos de trabajo; si el Gobierno entiende que las mejoras de productividad pasan por revisar una serie de políticas públicas y normas legales; es decir, si tenemos este diálogo tripartito, el problema se transformará en oportunidad”.

-¿Faltó esta visión en la discusión de la reforma laboral?

“Al mundo empresarial le faltó creatividad para proponer alternativas, los sindicatos prefirieron obtener una ganancia en el corto plazo y no pensaron en el largo, y al Gobierno le faltó visión política para pensar en el Chile de los próximos 20 años y optó por satisfacer demandas sindicales”.

“Toma” de Los Bronces: “En cualquier país civilizado eso se llama delincuencia”

-En 2017 vienen 16 negociaciones colectivas y el año parte con el proceso que históricamente ha significado bonos más altos y ha sido un referente para el resto de los sindicatos: Escondida. ¿Están las condiciones para pagar altos bonos?

“No nos corresponde como gremio acordar lineamientos sobre las condiciones de las negociaciones colectivas del sector. La realidad que viven las compañías mineras es muy distinta; incluso dentro de la misma empresa hay faenas que tienen ganancias y otras, pérdidas. La situación de Escondida no es la misma que Cerro Colorado o Spence, ni la de El Teniente es la misma que la de Chuquicamata y Salvador, ni la de Pelambres la misma que Centinela. Hay compañías que están en una situación financiera y operacional que les permitirá pagar mejores bonos en sus negociaciones colectivas que otras, y eso hay que respetarlo”.

-¿Pero está la situación como para pagar $32 millones de bono de fin de conflicto (Escondida, 2013)?

“La realidad general del sector minero hoy es muy distinta a la que existía hace tres o cuatro años, cuando teníamos la libra de cobre sobre US$ 3,5, y ese elemento debe ser tenido en consideración al negociar. Pero reitero, cada empresa sabe cuánto le aprieta el zapato, cuánto puede pagar, hasta dónde está dispuesta a ceder. En todo caso, peca de ingenuo quien no entiende que el sector minero vive una realidad dramáticamente distinta a la de hace cuatro años y pueden pecar de irresponsables quienes no lo tengan en consideración al sentarse a negociar y, especialmente, al sentarse a fijar expectativas. En general, me atrevo a decir que hemos visto que los trabajadores propios han tenido una actitud bastante responsable a la hora de negociar sus contratos colectivos”.

-¿Qué lección deja la negociación de Anglo American con los contratistas de Los Bronces?

“Lo que ocurrió en Los Bronces es francamente preocupante. No se respetó el Estado de Derecho, el ordenamiento jurídico se lo saltaron a la torera y algunas autoridades, aunque al final reaccionaron mejor, por un largo rato calificaron la situación como un problema entre privados.

¿Es posible calificar de conflicto entre privados el que un grupo de encapuchados (100, aproximadamente) se tome por la fuerza las instalaciones de la empresa, retenga incluso a punta de armas blancas a algunos de los trabajadores, incendie materiales y realice un verdadero chantaje para que, quien no es su empleador, suscriba y garantice condiciones laborales?”.

“Eso, en cualquier país civilizado se llama delincuencia y no se resuelve entre privados, a menos que la sugerencia sea que pasemos a tener fuerzas de seguridad privada, lo que nos parece impensable. Cuando las autoridades se atrevieron a intervenir, el conflicto se había extendido largamente con graves daños materiales, riesgos medioambientales inminentes y bastante temor en trabajadores propios a los que no dejaban bajar, entonces la situación se solucionó”.

“Lo ocurrido es una vergüenza para el país, esto no es un simple problema entre particulares: es un problema de orden público y de respeto al Estado de Derecho, en el cual la autoridad debe involucrarse antes y de manera más decidida”.

“Chile hoy es menos atractivo que antes”

-¿Hay interés de los inversionistas extranjeros en invertir en minería en Chile?

“En el sector minero a nivel mundial hay una disminución ostensible por el desarrollo de grandes proyectos. Hay algunos en Perú, y no hay grandes proyectos que vayan a cambiar el escenario de manera importante en el mediano plazo”.

“No obstante, Chile hoy es menos atractivo que antes para invertir en minería. La gran virtud del país para atraer inversión al sector ha sido, además de contar con muy buenos yacimientos, un sólido y estable marco jurídico de la propiedad minera, un atractivo régimen para la inversión extranjera, un régimen tributario razonable, buenos profesionales, técnicos y trabajadores, todo lo cual nos dio un muy buen nivel de competitividad. Esto nos llevó, por muchos años, a estar en los primeros lugares en rankings como el del Fraser Institute, siendo uno de los distritos mineros más atractivos del mundo. En ese ranking hemos caído por pérdida de competitividad y cambios en las reglas del juego que todavía no terminan de asentarse”.

-¿Qué cambios, en concreto?

“Ahí está el nuevo régimen tributario, que tantos dolores de cabeza está dando al mundo empresarial; lo mismo con los intentos de modificación del régimen de propiedad de las aguas, la reforma laboral y la derogación del DL 600”.

“Puede haber buenas razones para estas modificaciones, pero son un cambio profundo que ha generado incertidumbre, lo que lleva a postergar algunas decisiones de inversión, no todas, hasta que asiente la polvareda”.

“Una iniciativa importante que podría contribuir a mejorar el panorama es la Oficina para Grandes Proyectos que aún está en análisis en el Ministerio de Economía. Contar con ella no significa bajar estándares ni exigir menor calidad y rigurosidad a los estudios y proyectos de las empresas, sino hacer que los procesos de aprobación de proyectos que le interesan al país sean menos burocráticos, más eficientes y otorgar a los permisos que se obtengan mayor certeza jurídica. Esto puede ser un legado extraordinario del actual gobierno”.

El Mercurio

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