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Bolivia

18 de Junio de 2010.- Bolivia mantiene su economía dependiente de materias primas, especialmente el gas, en el sector hidrocarburífero, y los minerales, situación que implica fragilidad, por la fluctuación internacional de los precios y la ausencia de un verdadero desarrollo interno del país.

Esta situación fue advertida por el Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (CEDLA), institución especializada en temas económicos y sociales. El estudio señala que lejos de impulsar un proceso de industrialización interno, los excedentes generados en el negocio del gas están empujando a Bolivia a remachar su condición de país extractivista, primario exportador y extremadamente dependiente de las materias primas y de los recursos naturales no renovables.

En los últimos años, afirma, la dependencia de Bolivia de las materias primas se ha hecho más intensa, lo que se refleja en su estructura económica cada vez más orientada a la explotación y exportación del gas natural y de los minerales.

Recuerda datos de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) que establecen, por ejemplo, que alrededor de un tercio de los ingresos fiscales de Bolivia se originan en la explotación del gas natural.

Los informes oficiales sobre las exportaciones también ratifican esta tendencia. En la última década, las exportaciones bolivianas aumentaron de poco más de 1.200 millones de dólares a casi 5.300 millones de dólares, producto de la creciente importancia de los sectores extractivos de hidrocarburos y minería.

Ambos sectores contribuyen con alrededor del 80 por ciento del valor de las exportaciones. Hace 12 años (1998) esa participación era del 47 por ciento.

El crecimiento en la producción de gas, petróleo y minerales es el que sustenta los niveles de crecimiento económico alcanzados en la segunda mitad de esta década, que están alrededor del 5%, afirma el CEDLA.

Señala que, entre el 2004 y 2005 el crecimiento del sector de hidrocarburos explicó alrededor del 25 por ciento del crecimiento económico del país, y en el 2008 el crecimiento del sector minero explicó casi el 40 por ciento del crecimiento económico del país.

Advierte, sin embargo, que estas tasas de crecimiento sólo han sido un buen resultado macroeconómico, ya que no han mejorado las condiciones de vida de la población, debido que el ingreso y la riqueza siguen concentradas en pocas manos.

Los datos oficiales, según el análisis del CEDLA, muestran que la renta de hidrocarburos ha crecido significativamente en el último periodo. En 1998 el Estado y las regiones recibían por esta actividad 391 millones de dólares, en tanto que en el 2008 ya se recaudaba más de 2.000 millones de dólares.

Los significativos ingresos obtenidos en los últimos años en la explotación minera e hidrocarburífera, especialmente del gas, son los que también han permitido trastocar la situación fiscal del país, pasando de un déficit fiscal casi crónico, en el que los gastos públicos superaban con creces a los ingresos, a una situación de superávit fiscal, en la que hay plata sin gastar.

PRESUPUESTO Un ejemplo de la situación anterior, señala, es lo acontecido con el Presupuesto General de la Nación 2010 que incluye una menor captación de ingresos por Impuesto Directo a los Hidrocarburos (IDH) de alrededor del 28 por ciento y de las regalías por hidrocarburos en casi 17 por ciento.

El diagnóstico realizado por el CEDLA, sobre la creciente importancia de la renta de hidrocarburos en las finanzas públicas, identifica los siguientes riesgos:

­ Volatilidad de los ingresos fiscales. La inestabilidad en el precio internacional del petróleo determina que la renta de hidrocarburos sea incierta.

­ Fragilidad en la ejecución del gasto. La eventual caída de estos ingresos afecta a la ejecución de proyectos estratégicos.

­ Un escenario de altos ingresos promueve una creciente explotación de los recursos naturales no renovables. Una caída en los precios también empuja a una explotación más intensiva de esos recursos, con el propósito de compensar la caída del precio y así mantener o aumentar el total de ingresos.

­ La creciente explotación de recursos no renovables requiere de fuertes inversiones lo que conduce a que los gobiernos opten por contratar deuda externa a fin de sostener esas inversiones, muchas veces en condiciones poco transparentes.

Existe debilidad del país

El precio de las materias primas depende de los mercados internacionales, por lo que Bolivia resulta en exceso dependiente del exterior en este rubro de la economía.

La advertencia está contenida en el estudio del no gubernamental Centro de Desarrollo Laboral y Agrario (CEDLA).

El documento explica que la bonanza fiscal de los últimos años, tiene como característica una extrema debilidad y vulnerabilidad “ante las permanentes convulsiones del mercado internacional, que hoy puede elevar extraordinariamente los precios de los hidrocarburos y minerales y mañana, con la misma facilidad, puede hundirlos hasta el piso”.

Esta fragilidad, dice ese organismo, es reforzada por las dificultades estructurales que tiene el sector para incrementar la producción de hidrocarburos. Del 2005 al 2008 la producción de hidrocarburos oscilaba alrededor de los 313 miles de barriles equivalentes de petróleo por día (Bepd), en tanto que para el 2009 se registró un descenso a 278 miles de Bepd.

Las políticas del desarrollo industrial aún no muestran resultados concretos

Las políticas de desarrollo industrial, que consoliden la posibilidad de una base económica permanente en el país, aún no muestran resultados concretos, lo que acentúa la dependencia económica de la explotación y venta de materias primas.

Un estudio especializado, del no gubernamental Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (CEDLA), señala que la diversificación productiva y la industrialización, hasta ahora, sólo aparecen en los discursos oficiales que no alcanzan para revertir una realidad signada por una creciente dependencia de las materias primas y un rentismo improductivo que se apodera del país y de las regiones.

PREFECTURALES Una mirada a la estructura económica de los departamentos de Bolivia deja en claro que casi todas las regiones del país están limitando sus escasas posibilidades de crecimiento y desarrollo a los estrechos márgenes que deja un modelo basado en la explotación de los recursos naturales y en la transferencia de recursos de parte del Estado, señala.

El peso de la explotación de los recursos naturales en la estructura económica de las regiones es enorme, afirma, y en varios casos, es mayor incluso al observado a nivel nacional. Este es el caso, por ejemplo, del departamento de Tarija, donde el peso de la producción de hidrocarburos en su economía era en el 2008 del 41 por ciento.

Otros, que también están colocando todos los huevos en la misma canasta, son Oruro y Potosí, que apuestan a la explotación de minerales, relegando casi siempre la necesaria diversificación productiva y la industrialización de por lo menos algunas actividades. Advierte que en gran parte de las regiones hay un énfasis excesivo y peligroso en torno a la producción de materias primas para la exportación, lo que se traduce, además, en un deliberado abandono del mercado interno y de sus potencialidades para arrancar del atraso y la postergación a gruesos segmentos de la población.

La situación en el eje troncal no difiere sustancialmente

Estudio del CEDLA

En el eje troncal (La Paz, Cochabamba y Santa Cruz) el problema de la diversificación productiva y la industrialización, no difiere sustancialmente de la observada a nivel nacional.

En los últimos años, la ausencia de cambios sustanciales en la orientación de esta política extractivista está dejando sin solución los grandes problemas económicos y sociales, por lo que en casi todas las regiones se ha exacerbado el rentismo y la dependencia de los recursos y transferencias que vienen del Estado, especialmente de la renta de hidrocarburos.

Desde el punto de vista fiscal, la extrema dependencia del dinero generado por la explotación de las materias primas, junto a su manejo ineficiente, perpetúan los viejos problemas y generan otros nuevos, como una ineficiente concentración de recursos monetarios a nivel subnacional ya que las regiones reciben más dinero que el Tesoro General de la Nación.

Además, una inequitativa distribución del dinero generado por la venta de gas , ya que dos departamentos concentran la mayor parte de los ingresos, y menores resultados positivos en obras y proyectos de magnitud.

El CEDLA, sostiene que la magnitud de la pobreza y el atraso productivo de gran parte de las regiones, obliga a un cambio radical en la asignación y uso de recursos, por lo que plantea, como una necesidad, abrir un debate amplio e integral de toda la estructura de transferencias fiscales, lo que seguramente debiera llevar a un pacto fiscal.

Ello, debe estar acompañado de otras políticas de Estado, que apunten a transformar las condiciones productivas de las regiones y las condiciones de vida de la población de estas regiones, señala el estudio al sugerir que debe ser tomado en cuenta por el Estado, tomando como base un nuevo padrón de desarrollo (HidrocarburosBolivia.com).

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