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Chile

21 de Septiembre de 2010.- Durante la jornada de ayer se informó que están avanzando las máquinas que trabajan para el rescate de los 33 mineros atrapados a 700 metros de profundidad en la mina San José, de Copiapó, tras el derrumbe ocurrido el 5 de agosto pasado.

La que sigue llevando la delantera es la T­ 130, también denominada Plan B, la que ayer alcanzó los 12 metros en la segunda etapa de perforación que busca abrir al doble el diámetro que ya hizo del pozo de 30 centímetros. La máquina llegó hasta el taller y fue vista por los mineros el 17 de septiembre pasado.

Se informó que el Plan A, a cargo de la máquina Strata 950, está a 325 metros de la superficie trabajando sin ninguna complicación hasta el momento. Mientras que por su parte el Plan C, que trabaja en realizar un pozo de un diámetro de 66 de centímetros, lleva 23 metros de profundidad y sólo paró en la jornada de ayer por la cimentación del pozo, según se indicó.

Pasadas las 17 horas de ayer se realizó en la ciudad de Copiapó un evento gratuito denominado “Cantemos” en apoyo a los mineros atrapados y que tuvo como protagonistas al humorista Coco Legrand, Piero e Intillimani. Representando a este último grupo musical. Jorge Coulón visitó el campamento Esperanza para invitar a los familiares de los 33 trabajadores a asistir a la actividad a la cual también fue convocado el ministro de Minería Laurence Golborne.

Niños abandonan colegios

“Yo llegué el día después del accidente y desde entonces estoy aquí”, contó orgullosa Marión (8) quien espera que sea rescatado su abuelo, uno de los 33 atrapados desde el 5 de agosto en la mina San José. Como ella, muchos otros niños cambiaron en las últimas semanas las clases por las carpas del campamento Esperanza.

Marión es alumna del colegio Arauco, de La Serena, y hace más de un mes y medio que no acude a clases. Su abuela, Lilian Ramírez, manifestó que su nieta no ha podido ir al colegio desde que su abuelo quedó atrapado porque su familia se trasladó en masa al campamento montado en las afueras del yacimiento y “no teníamos con quien dejar a los niños”. Junto a Marión esperan sus dos hermanos menores.

La situación preocupa a su familia, que pidió al colegio enviar el temario para repasar las materias con un profesor que visita el campamento regularmente para ver a los niños, enviado por un municipio cercano a la mina. Se pidieron al colegio “los temarios de los niños para que el profesor que está en el campamento los avance” y no pierdan el curso entero, cuenta su abuela.

Como Marion hay otra decena de niños que están allí de manera permanente y no han regresado al colegio. En este último fin de semana largo (con cuatro días feriados por el Bicentenario de la Independencia) el número de menores subió a 25.

Arturo, de 4 años e hijo del minero Víctor Zamora, no acude a clase desde el día del accidente pero se apronta a retornar a clases. “Mañana (hoy martes) lo llevo al colegio, porque si no le va a caducar la matrícula”, dijo a agencia AFP su madre, Yessica Cortés.

El payaso Roly

Magos, animadores y voluntarios se han acercado a la mina para distraer a los niños.

Está el payaso Roly, quien llegó hace una semana al campamento para entretener y cuidar de los más pequeños. Bajo su batuta se preparan concursos, carreras y los niños lo persiguen para que éste les preste su disfraz de payaso.

Su verdadero nombre es Rolando González, y ya tiene experiencia en campamentos: tras el terremoto y el tsunami que arrasaron el sur de Chile el pasado 27 de febrero, acudió en busca de las risas de los más pequeños en pueblos destruidos como Constitución o Pelluhue.

González reconoce en la mina San José “el mismo dolor y la misma preocupación que tenían los niños tras el terremoto”.

El payaso, que vino por su cuenta, dice haber aprendido mucho de las familias en estos últimos días, y se lleva consigo varios recuerdos: una camiseta que le envió uno de los mineros, dos cartas que le enviaron desde las entrañas de la tierra y tres "hijos adoptivos", como llama él a sus preferidos.

La última carta se la envió el minero José Ojeda, quien le agradece su labor y le dice: “a veces es difícil hacer reír, pero hay que salir e intentarlo. La risa es un remedio infalible” (LN).

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