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Chile

Frente a críticas de lentitud, el ministro de Energía asegura que "el desarrollo de las competencias de Chile tiene que resolverse de aquí al 2015 o 2016, para que el país resuelva si compra una central".

13 de Septiembre de 2010.- Después del rechazo presidencial a la construcción de la termoeléctrica Barrancones surge la presión para que otras centrales de este tipo y también hidroeléctricas sigan la misma suerte. Inevitable ha sido la pregunta por qué no se adelanta el ingreso de la energía nuclear y nos evitamos estos proyectos detestados por los ambientalistas y objetados por la comunidad.

La verdad es que los expertos no ven una unidad de este tipo operando antes de 2022, y buenamente, en 2025. Esa es la fecha que prevé el ex ministro de Energía, Marcelo Tokman, quien en su momento encargó varios estudios para adelantar los pasos previos a la compleja decisión. En enero, él señaló que la medida que se requiere del actual Gobierno "no es la de construir un reactor, sino avanzar en cerrar las brechas para que en 2016 el país pueda decidir si quiere esta energía".

Algunos creen que al Ejecutivo le falta liderazgo en el tema. El ex ministro de Energía de Frei, Alejandro Jadresic, extraña un grupo empoderado, como el que opera en el rescate de los mineros de Copiapó, para avanzar con metas y plazos. "En Chile hay muchas tareas por completar que requieren un plan de acción y una task force con gran capacidad ejecutiva. A finales de este Gobierno al menos podríamos definir si como país estamos dispuestos o no a impulsar una central nuclear", señala.

Ejemplifica con Polonia, país que, obligado a limpiar su matriz 90% dependiente del carbón, inició un programa núcleo­eléctrico con una autoridad empoderada a la cabeza para pronunciarse en plazos acotados.

"No hay que decir hoy que vamos a construir una central, pero sí debe estar esta opción, y ello requiere un trabajo previo para poder tomar esa decisión", alega Jadresic.

El master en Energía Nuclear del MIT, José Maldifassi, entiende que el ritmo de los estudios (que comenzaron en la anterior administración) decayó y eso dilataría aún más la posible entrada en operación de una primera central nuclear en Chile. Y analiza que el tema "no es técnico, sino político".

Los empresarios ­muy sensibles a la creciente oposición a los proyectos energéticos y a que los altos precios locales de la energía castigan la productividad­ han estado insistiendo ante el Gobierno para que este análisis se reactive. Así se lo hicieron ver al Presidente Piñera en la reunión del 2 de este mes, post Barrancones. Rafael Guilisasti, presidente de la CPC, cree que "el Gobierno tiene que iniciar luego la discusión. La primera etapa, que es la institucionalidad para poder trazar un proyecto nuclear, está atrasada".

Respuesta oficial

El ministro de Energía, Ricardo Raineri, niega posibles retrasos. "Durante muchos años, las autoridades no quisieron hacerse cargo de este tema. Nosotros, en unos pocos meses, lo estamos enfrentando con decisión. Chile necesita energía segura, limpia y barata, atributos que están en la energía nuclear", dice.

Añade que "lo primero es allanar el camino para que se pueda decidir en propiedad". Para eso, junto a la CCHEN, están cerrando las brechas, según los términos de Tokman. Trabajan para formar capital humano (cursos cortos en la Agencia Internacional de Energía Atómica, pronto partirán 20 becados a centros internacionales, y con el mismo fin se firmó un convenio con Argentina, que opera dos reactores).

Además, "de aquí al próximo año tendremos listo el proyecto para crear un organismo regulador independiente". Luego viene determinar el lugar apropiado para construir la planta, así como el modelo de negocio, "en el que los estudios hablan de la importancia de un emprendimiento público­privado, como ocurrió con el terminal de GNL en Quintero".

"El desarrollo de las competencias de Chile tiene que resolverse al 2015 o 2016, para que el país pueda decidir en ese momento si pone la orden de compra de una central".

Otro tema crítico, apunta Jadresic, es la discusión pública. "Si no se inicia luego, no estaremos en condiciones de decidir". Más aún, añade, cuando los estudios demuestran que si bien el escenario es adverso, éste responde sobre todo a desinformación, y las opiniones se ablandan cuando ven que la alternativa es más CO 2 con el carbón.

El ministro y los expertos aseguran que una planta nuclear no es alternativa a los proyectos hidroeléctricos en trámite ambiental, como los dos de Aysén, porque están concebidos para responder a la demanda de esta década, y hay una brecha de a lo menos 11 años que cubrir antes de que opere el primer reactor. Sebastián Bernstein, ex secretario ejecutivo de la Comisión Nacional de Energía y socio de Synex, calcula: "No menos de 3 años tardará la creación de la nueva institucionalidad y formación del personal, otros 3 años demorará el estudio del sitio y del financiamiento, y la construcción son otros 5 años".

"Todos los estudios indican que en 2025 no quedarán más recursos hidroeléctricos económicos que desarrollar, y no habrá más alternativa que las centrales nucleares".

Sebastián Bernstein

Socio de Synex

"Durante muchos años, las autoridades no quisieron hacerse cargo de este tema. Nosotros, en unos pocos meses, lo estamos enfrentando con decisión".

Ricardo Raineri

Ministro de Energía.

"En Chile hay muchas tareas por completar que requieren un plan de acción y una task force con gran capacidad ejecutiva. A fines de este Gobierno podríamos definir si estamos o no dispuestos a impulsar la construcción de centrales".

Alejandro Jadresic

ex ministro de Energía

"La meta de llegar como país desarrollado al 2018 no será posible sin hidroenergía y sin la decisión nuclear resuelta, porque son señales de precio de largo plazo".

Rafael Guilisasti

Presidente de la CPC
Ventajas y desventajas

La energía en Chile es una de las más caras de Latinoamérica, lo que perjudica su competitividad. Esto responde al encarecimiento de la matriz de generación, que pasó de una mayoritariamente hídrica, hacia un fuerte componente termoeléctrico a base de carbón, gas natural e incluso diésel, más caros y contaminantes.

Los expertos coinciden en que la principal ventaja de la núcleo­electricidad es alta potencia con mínimo impacto ambiental, prácticamente nula en emisión de gases efecto invernadero e insignificantes cantidades de material particulado, que no inciden en el calentamiento global, ni ensucian el ambiente.

Todos recuerdan los accidentes de Chernobyl o Three Mile Island, pero en ambos hubo errores humanos. Pese a la mala fama, "si se compara el índice de riesgo de la tecnología nuclear con otras, aparece como uno de los más bajos de la industria moderna", señala un estudio de la Corporación Nuclear Eléctrica.

El reactor nuclear de La Reina opera hace más de 30 años, y se detiene automáticamente con un sismo superior a los 5 grados.

En cuanto a los desechos radiactivos, el segundo gran temor, lo responden con que Francia lleva 25 años produciendo casi el 80% de su electricidad con reactores atómicos y tiene toda su basura nuclear confinada con seguridad en un sitio sumergido equivalente a un estadio.
¿Opción inevitable a mediados de los 20?

El actual Gobierno, como el anterior, resolvió no decidir la construcción de una central nuclear.

Si no hay un cambio tecnológico o energético, reflexiona Guilisasti, "la meta de llegar como país desarrollado al 2018 no será posible sin energía hidroeléctrica y sin la decisión nuclear resuelta. Ambas señales de largo plazo podrían bajar los costos actuales de la energía".

Como explica Bernstein, la demanda eléctrica crecerá 700 MW por año (de los actuales 14 mil MW, saltará a 25 mil MW en 15 años), lo que sería cubierto con hidroelectricidad (que llegaría al 45% del mix), ERNC (entre 10% y 15%) y termoeléctricas.

Aclara el ingeniero que "el problema es que los estudios indican que a 2025 no quedarán más recursos hidroeléctricos económicos que desarrollar y no habrá más alternativa que las nucleares. No podremos seguir creciendo con las termoeléctricas, que en 2025 constituirán el 40%. Éstas, a carbón o gas, emiten gases de efecto invernadero y en el mundo se impondrán límites de emisión o impuestos al CO 2 , que frenarán fuertemente a estas alternativas, si Chile quiere seguir exportando".

La decisión será del próximo gobierno, pero no inevitable, advierte el ministro Raineri. "Lo definirá si hay cambios tecnológicos y se desarrollan otras fuentes. Si no, las centrales nucleares reemplazarán a las termo e hidroeléctricas".
Renovables: con tope

Los ambientalistas prefieren las energías renovables no convencionales (ERNC). Pero, por ahora, explica Bernstein, no son una opción para generación masiva. "Son favorables porque no emiten gases de efecto invernadero, pero muchas tienen costos elevados y una escala de desarrollo pequeña, que impide que su producción crezca fuerte".

Añade que algunas de ellas (las minihidros, biomasa y geotermia) son interesantes a nivel económico, pero su participación en el mundo es aún marginal. Las restantes tienen generación esporádica y son caras en inversión. Así pasa con la energía solar, que cuesta cerca del doble de una central convencional.

En cuanto a las mareas, explica, " sólo hay dos unidades en en el mundo que datan de los años 60, y la energía en base a olas aún no tiene desarrollo comercial".

Analizando cada una de las ERNC, el consultor concluye que "el compromiso del Presidente Piñera de llegar a 2020 con el 20% de la matriz de generación del país a base de renovables es imposible de cumplir. Es una expresión de deseo" (Economía & Negocios).

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