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Chile

15 de Octubre de 2010.- Chile ha sido y es un país minero por excelencia: la plata, el carbón, el salitre, el oro y, por supuesto, el cobre, constituyen parte crucial tanto de la riqueza nacional como de la cultura histórica de la sociedad.

En ese ambiente se desarrolló en Copiapó la familia formada por el matrimonio de Miguel Gallo, el empresario de la plata de Chañarcillo, e Isidora Goyenechea, durante el siglo XIX. Entre sus hijos hubo importantes empresarios y dirigentes políticos: Ángel Custodio (1828­1889), Pedro León (1830­1877) y Miguel (1837­1869).

Lo que podría haber sido una familia destinada a los avatares del comercio y la producción minera, se transformó con el paso de los años en una verdadera cuna de revolucionarios, un grupo de personas de tendencia liberal, contestatarios al régimen autoritario de Manuel Montt, y decididos a poner sus esfuerzos y fortunas en un proceso de mayor apertura política y consolidación de reformas constitucionales liberalizadoras.

Los primeros en difundir el ideario fueron los miembros de la Asamblea Constituyente, periódico que contaba con la polifacética pluma de Benjamín Vicuña Mackenna, además los hermanos Matta y de Ángel Custodio Gallo: pronto salieron de circulación por la represión gubernativa. Fue entonces cuando surgió el liderazgo de Pedro León, copiapino de origen y de vida cotidiana, dispuesto a encabezar una revolución antidictatorial en 1859, en lo que sería la segunda guerra civil del decenio de Montt.

Un poema de Ramón Arancibia resumía muy bien el espíritu de los rebeldes:

"Alcemos nuestras voces,

cantemos la esperanza,

luchando por la alianza

de Patria y libertad".

Con más entusiasmo que preparación militar, los jóvenes emprendieron su lucha, que tuvo momentos de victoria y avances interesantes con más de mil soldados, tras lo cual ingresaron triunfalmente a La Serena. Fue ahí en el Norte Chico donde se enfrentaron finalmente las tropas del gobierno y de los revolucionarios en la batalla de Cerro Grande, donde la mitología histórica sostiene que se usaron balas de plata.

El 29 de abril de 1859 se produjo la batalla final, en el cual el Ejército oficialista resultó vencedor, liquidando a las tropas rebeldes y sus sueños libertarios. Si bien Montt y su ministro Antonio Varas habían triunfado, el resultado también implicó una mayor apertura política, que dejaría fuera de la carrera presidencial al propio Varas, en beneficio de José Joaquín Pérez, quien asumiría la Presidencia de la República en 1861.

Otra consecuencia de la evolución política, como ha destacado Simon Collier, fue el surgimiento y consolidación de una nueva generación, que "había recibido una educación de mejor calidad, había viajado más y era por tanto mucho más receptiva de las influencias europeas". Fueron ellos precisamente los que, al alero de los Matta y los Gallo, fundaron el Partido Radical, la versión más extrema de las fuerzas liberales existentes en Chile a mediados del siglo XIX. Con ello completaban el cuadro partidista iniciado por conservadores, liberales y nacionales (o montt­varistas).

Más importante todavía, daba inicio a una fuerza de relevancia notable en el siglo XX: el Partido Radical. Todo había comenzado en Copiapó, entre la minería y la política (DF).

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