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Chile

25 de Octubre de 2010.- De las profundidades de la mina subterránea más importante de nuestro país hasta el Olimpo criollo, donde se le considera como héroe, el ingeniero André Sougarret experimentó el cambio más dramático de su vida. A partir del 9 de agosto de este año, se desarrollaron 69 días de angustia e incertidumbre, en uno de los hechos que más han concitado el interés mundial, como fue el rescate de los 33 mineros desde la mina San José.

Este Ingeniero en Minas de la Universidad de Chile y Gerente de Minas de Codelco en El Teniente fue la cabeza técnica sobre la que pesó toda la “Operación San Lorenzo” y el verdadero súper hombre que desafió a todos los malos augurios que se cernían sobre esta historia.

Hoy, André Sougarret ha vuelto a esa vida antes de los sucesos del norte y conversó con la periodista Vivian Lavín en “A Fondo”.

Se especuló durante los 69 días que la mina se quejaba. Hace unos días, uno de los 33 aseguró que solicitó permiso para salir de la mina, ya que ésta sonaba mucho. ¿Avisan las minas?

Sin duda que las minas van avisando, estos procesos de colapso o derrumbe que sufren normalmente tienen algún precedente que permite avizorar que algo puede suceder.

En el caso de la mina San José, ¿a qué tipo de aviso aluden los mineros?

Hay que recordar que esta mina lleva más de 100 años de explotación. Por lo tanto, ha tenido múltiples formas de explotar a lo largo del tiempo. Se ha creado una gran cavidad al interior de la mina, que aproximadamente debe tener 600 metros de largo, unos 40 de ancho y 700 de profundidad. Esto, en forma sucesiva a través de los años, fue generando cambios en la forma que va teniendo esta cavidad, uno de esos cambios estaba justamente en el acceso de la mina. En forma sucesiva se fueron realizando túneles paralelos que permitieran hacer un bypass mientras se iban formando. Durante mi recorrido en la etapa inicial de la mina me pude dar cuenta de que hubo varios bypass en la zona superior que indicaban, por el movimiento de la pared, que esto se estaba preformando hace muchísimos años ya.

Estas características de una mina antigua es lo que te permitió deducir que los mineros podían estar con vida, ¿no?

Había tres elementos que nos daban la esperanza de que estuvieran con vida. Uno era la ventilación, fundamental para la supervivencia: existía ventilación natural por las grandes cavidades que había al interior de la mina. Segundo, había agua, según conversaciones que tuve con los distintos mineros. Y tercero, el frente de explotación donde ellos estaban trabajando, en el fondo de la mina, estaba fuera de la zona del derrumbe.
Esos tres elementos me indicaban que la posibilidad de que estuvieran con vida era cierta, claro que esto no era eterno. Teníamos un tiempo limitado, estimamos en 40 días aproximadamente la posibilidad de que los mineros estuvieran con vida.

Tú trabajas en la gran minería, que tiene estándares internacionales, pero te tocó asumir una tarea de rescate en la mediana minería, ¿de qué manera cambió tu percepción respecto a las medidas de seguridad en las que trabajan el resto de los mineros, que no tienen la suerte de ser empleados de Codelco o Escondida, por ejemplo?

Efectivamente uno tiene que reflexionar sobre el tipo de medidas que está realizando la pequeña o mediana minería, sobre todo en yacimientos de larga data. La verdad es que deben profesionalizarse, muchas veces, los trabajos que ahí se realizan, porque si uno no analiza en forma concienzuda lo que se está realizando, podemos tener problemas de estabilidad como sucedió en la mina San José. Por lo tanto, el llamado es a los empresarios que deben invertir en seguridad en estas minas. Eso les va a rentar en el largo plazo.

En este sector de la minería están ustedes, los ingenieros. ¿Qué rol le cabe al Colegio de Ingenieros frente a un accidente de estas características?

Es importante hacer la discusión técnica respecto a qué sucedió, tomar conciencia de que como ingenieros tenemos la capacidad de determinar e influenciar sobre las decisiones que toman empresarios o gente que no necesariamente tiene el conocimiento técnico. Cada vez que se realiza un negocio se requiere de nuestra recomendación y estudio, ahí hay que ser muy fuertes y claros en que siempre vamos a estar trabajando con personas. Por lo tanto, tener conciencia de que nuestras recomendaciones tienen alto impacto en aquellas personas que trabajan en forma diaria en minas, y en otros sectores de la economía que también estamos influenciando con nuestras recomendaciones.

Vemos que el Presidente en su viaje por Europa ha decidido cambiar el slogan del Gobierno en su imagen exterior, aquel que decía que había que conocer Chile. Ahora se habla del “do it in the chilean way”, al modo chileno. ¿Cómo se combinó la inteligencia y experticia chilena con la presión de empresas extranjeras que son súperpotencias mineras y se ofrecían a ser parte de la solución?

Fuimos bien directos en términos de definir qué había que hacer. Gran parte del éxito de esta operación es haber tenido un muy buen diagnóstico de lo que estaba pasando al interior de la mina. Para ello, el equipo de Codelco contábamos con geólogos, mecánicos y topógrafos que nos permitían tener muy claro cómo era la mina, y sobre esa base determinar qué acciones realizar al interior de la mina y posteriormente el desarrollo de los sondajes. Nosotros utilizamos las empresas extranjeras más bien para realizar y operar ciertas técnicas que ellos decían, pero la inteligencia de saber qué hacer y el conocimiento minero está muy bien desarrollado por los profesionales que encontramos en el país.

¿Y las presiones cómo se dieron? Aunque pareciera que ahora la historia cambiaría, en Chile no nos caracterizamos precisamente por estar relevando nuestros propios méritos. El “chilean way of life” es más parecido al modelo estadounidense que un modo propio o auténtico.

Creo que es un convencimiento de las cosas que hacemos. Yo trabajo en Codelco, en la mina El Teniente, que es una mina centenaria y siempre ha sido referente de explotación subterránea en el mundo. Recibimos múltiples visitas de Australia, Sudáfrica, Suecia, en fin, grandes potencias mineras que hoy están evolucionando a lo que será la minería subterránea, y nosotros ya llevamos largas décadas de trabajo y experiencia. Yo estaba convencido de que no había otras formas de trabajar distintas de las que nosotros conocíamos. Entonces, sobre las presiones que tuvimos de introducir técnicas, nosotros las conocíamos, sabíamos cual era su real potencial y tomamos la decisión adecuada de acuerdo a la información que teníamos.

Ahora se le escucha más relajado, pero en una entrevista a El Mercurio usted calificó prácticamente como “un rapto” haber sido llamado de un día para otro y luego conducido hasta la mina San José para convertirse en el ingeniero jefe de esta operación. ¿Cuál fue tu estado anímico ante la enorme tarea que se te había encomendado?

Bueno, los sucesos ocurrieron muy rápidamente. Al principio se me contactó como un elemento para ponerme a disposición del equipo de rescate que estaba trabajando en Copiapó, sin embargo, al correr las horas, una vez que me avisaron que tenía que aparecer en La Moneda, me fui dando cuenta de que tal equipo no existía. Había muchas personas, mucha gente que quería trabajar, pero no tenían claridad de qué había que hacer. Así que en algún momento tuve que tomar la decisión ­con el equipo que veníamos de El Teniente­ de tomarnos la posición de este trabajo y en algún momento decidimos, el mismo día lunes en la noche, desarrollar el concepto de estar a cargo de esta operación. Y no lo pensé más, me dediqué a trabajar.

¿De qué manera influyó el carisma y las características personales del ministro Golborne para que esta operación fuera exitosa?

Con el ministro Golborne y la gente del Gobierno hicimos un buen equipo de trabajo, primó la capacidad de escucha de ambas partes. Ellos nos ponían la presión por trabajar y desarrollar a la máxima celeridad todos los trabajos. Por el otro lado, nosotros dando todas las razones técnicas, las cuales escucharon atentamente. Y entendieron que muchas veces las cosas no podían avanzar más rápido o que muchas veces se requerían más recursos para desarrollar buenos planes. El respeto y la escucha de parte del ministro y su equipo fueron fundamentales para que esta operación fuera exitosa.

Se ha especulado que el costo de la operación fue entre 15 y 20 millones de dólares, ¿cuál es la aproximación más exacta?

Estamos hablando en torno de los 15 millones de dólares. Tenemos facturas pendientes que tenemos que resolver y determinar. Hay que recordar también que aquí hay aportes de empresas privadas y en cuanto a ellas aún no tenemos el saldo final para determinar el monto final de la operación.

¿Cuándo y cómo supo que contaba con una billetera tan abultada, que podía destinar una cantidad de estas características para la “Operación San Lorenzo”?

El Presidente de la República fue más de una vez a la mina San José, a través de él y sus ministros nunca estuvo en discusión el tema de los recursos. Lo que nosotros teníamos que hacer era determinar la mejor solución técnica, por lo tanto, nunca estuvo en la mesa el costo de esta operación.

Decantando todo el proceso y pensando en que será requerido para asistir a múltiples conferencias y seminarios sobre el tema en Chile y en el extranjero, ¿cómo define usted la estrategia que se implementó en el rescate de los 33, cuáles fueron las claves ingenieriles?

La clave inicial fue tener un muy buen diagnóstico de lo que estaba sucediendo. Para eso tuvimos que invertir un par de días para poder determinar exactamente qué era esta mina, cuál era su problemática y sobre esa base definir la estrategia, que tenía que ver con los temas técnicos por un lado y con un factor no menor, que era el tiempo.
Adicionalmente a eso había que considerar el entorno en el cual estábamos trabajando, la desesperación era parte de los elementos que había allí respecto de la información que había que entregarle a los familiares. También aplicamos algo que no tiene que ver con un tema ingenieril, pero sí tiene que ver con la percepción de las personas respecto de esta tragedia, que era informar y trabajar en forma muy transparente, no solamente con los familiares sino –a medida que iba pasando el tiempo­ con la opinión pública.
Una vez que tuvimos esos elementos trabajados, el trabajo en equipo de los técnicos con el Gobierno nos permitió ir ajustando nuestra estrategia a lo que iba sucediendo diariamente. Una vez que determinamos eso y llegamos al primer gran hito que fue el contacto, generamos distintas alternativas con un propósito bien claro: uno, minimizar los riesgos a los cuales estábamos expuestos al generar un nuevo acceso, y segundo, minimizar el tiempo, que también era un elemento fundamental para finalizar en forma exitosa el trabajo.
Finalmente, el trabajo con el equipo de salud también, porque había que mantener personas en buen estado y ahí desarrollamos un trabajo en equipo con la gente que estaba a cargo, tanto de la parte médica como sicológica de los mineros.

André, has señalado que también sucedieron cosas que están fuera de la lógica ingenieril, ¿qué sensación le queda al aceptar un hecho así? ¿Le da seguridad o un temor reverencial frente a fuerzas que controlan las cosas más de lo que pensamos?

Creo que para todos los que somos creyentes se dieron muchos elementos en esta operación que, si uno los pudiera volver a planificar, me costaría pensar que se podían dar nuevamente. Pero particularmente me refería a uno de los tres sondajes, en el cual no teníamos muchas posibilidades, dados todos los elementos que habían sucedido con los sondajes previos que habíamos realizado, en términos de la dirección que podía tomar en los últimos metros. Hay un sondaje, el tres, que se convirtió en el Plan B, que tuvo un cambio de dirección en los últimos metros. Me refería a eso en que tuvimos alguna ayuda adicional para poder tomar el contacto final en esta operación.

André, su vida cambió en forma definitiva, lo más probable es que nunca más retome la actividad minera de la misma forma como fue antes de ese 9 de agosto de este año. ¿Qué es lo que más le entusiasma de esta nueva etapa en su carrera?

Yo lo único que pienso es tratar de volver un poquito a la normalidad. He estado expuesto a la presión mediática, sin embargo, tengo muchas tareas que desarrollar en mi trabajo. Pero efectivamente hay cosas que van a cambiar en forma definitiva. Poder haber aportado a este orgullo nacional de hacer las cosas bien, de que efectivamente las cosas tienen una forma distinta de hacerse, que con paciencia, responsabilidad, dedicación y trabajo en equipo se pueden lograr grandes metas. Soy un convencido de que con esto, que parecía una tarea imposible, fuimos capaces de demostrarle a todo Chile y al mundo que haciendo las cosas bien, éstas pueden resultar.

Como ingeniero en minas usted conoce mejor que nadie al minero. Ahí hay una sicología, una manera de enfrentar la vida, son hombres que pasan prácticamente la mitad de sus vidas bajo tierra. Hoy no solo han sido rescatados, sino además elevados casi al olimpo como héroes. ¿Qué teme que pueda pasarle a estos mineros?

Primero quiero destacar este oficio de minero, que es un trabajo que ha estado a lo largo de la historia de Chile y no siempre ha salido a la opinión pública. Hay que destacar todo el temple y valentía que tuvieron estos mineros y la capacidad de organización. Probablemente lo que suceda con ellos… hay que cuidarlos. Son personas que tienen sus familias, sus vidas privadas. Es necesario darles el descanso necesario para que su vida siga en forma continua, probablemente con un cambio en su forma de enfrentar la vida, pero muchos de ellos van a querer volver a lo que siempre han trabajado, que son las minas.

¿Y André Sougarret? ¿Ya está trabajando en Codelco, se va a ir de vacaciones?

En este momento estoy descansando por esta semana, junto a mi familia. Quiero retomar el tiempo que no le he podido dedicar en estos 70 días. Y el próximo lunes vuelvo a mi trabajo habitual al mando de la mina El Teniente de Codelco (Radio U de Chile).

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